Luego de las iniciales (y hasta sencillas) victorias ante Paraguay y Uruguay, la Generación Dorada debía afrontar al rival más duro del grupo el viernes por la tarde: Puerto Rico. Los borícuas venían de dos triunfos (entre ellos, la aplastante diferencia de más de 50 pts frente a los guaraníes) y se dió el partido esperado: áspero, fajado, y con altibajos en el rendimiento. Sin embargo, la albiceleste pudo sobreponerse a base de experiencia y sacó adelante el encuentro por un 81-74 (luego de ir abajo en la primera mitad).
El sábado era turno de Panamá, la definición de la zona (que implica arrastrar los puntos a la segunda fase) y una prueba de no perder el foco, tras haber conseguido el pase la fecha anterior. Nuevamente, en la primera mitad, se vieron los momentos de zozobra de la Selección, aunque la diferencia de jerarquía salió a flote sobre la segunda parte y el triunfo local fue por 90-71.
Ya el día lunes, la situación era otra: llegaba Canadá (con lo importante de arrancar ganando en la fase final) y en este partido se vió la mejor producción de los comandados por Julio Lamas: una ferrea defensa, lo cual evidenció su importancia, al no generar un gran desnivel en ofensiva en la primera parte. Pero nuevamente, se logró ir de menor a mayor y con un Luifa Scola que aportó 22 puntos, la victoria fue de 79-53.
Hoy, ante Venezuela, se daba la chance de sacar pasaje a las semis y afrontar con más tranquilidad el clásico de mañana: la Vinotinto dió muestras de su crecimiento con respecto a torneos anteriores, pero una gran efectividad de triples (con un Nocioni encendido) desniveló la balanza a favor del local. Tras un primer cuarto con diferencia de 10, Argentina perdió por dos el segundo y por la mínima el tercero, arrancando los últimos 10 minutos con una pequeña ventaja de 7. Ahí una vez más, el seleccionado se plantó, hizo valer su historia y superó por primera vez en el torneo las 3 cifras para un 111-93 final.
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